Era septiembre y el Atlántico se encrespaba salvo en la costa sureste a la que llamábamos «pacífico». A pocos metros estaba la playa. Anochecía y la marea subía. Deseábamos refrescarnos sin mojarnos los pantalones. Buscamos el lugar más apetecible de la orilla, nos descalzamos y allí nos sentamos decididos a observar la partida del ferry de las nueve mientras masajeábamos los pies con la arena que removía el espumoso oleaje.
Nos gustaba contemplar la imagen festiva del barco al atardecer, cuando encendían las bombillas de colores entre ambos mástiles y, como en una acuarela, el barco quedaba difuminado en el horizonte, inmerso en los tonos pastel de un cielo que iba perdiendo gradualmente su claridad. Pero el ocaso de ese día fue un tanto especial…Una extraña luna de agosto, llena, baja y más ardiente que el mismísimo Sol, coronó el islote de Lobos reclamando el protagonismo de aquella cautivadora estampa que, en pocos minutos, desaparecería con la promesa de repetirse cada día sin calcarse.
Nuestros cuerpos, cubiertos de bruma y acariciados por una brisa templada, se atraían como dos gotas de mercurio cercanas.
— ¡Cuidado! Es la hora bruja. —murmuré con sorna.
Tan tonificados nos sentíamos que decidimos desnudarnos.
En ese mágico instante, quise añadir el rubor de nuestro encuentro a la paleta y como náufragos del deseo ingresamos al lienzo.
Acolchados por la sílice de la pasión, fuimos formando conocidas figuras y excitando al de por si enrojecido paisaje. Un segundo y tercer gemidos y el susurro de la libido enmudeció tras un estremecimiento final conjunto. Después el azoramiento emergió al gesto. De uno volvimos a ser dos. Dos cuerpos aún cálidos; separados, pero reposando adosados.
La última pincelada despertó al faro y mi voz quedó ahogada con ese trago postrero. Cuales esculturas de arena desmoronándose caímos al foso de la clepsamia, y sumergido en ese profundo hoyo quedó un amor tan singular como el propio.
El reloj de arena jamás giró. Su bóveda inferior mantuvo en la misma posición. Nunca me atreví a explicarle el porqué de aquel mensaje…
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