Bitácora II

M. Elena González R.

 

DATA: 09 DE MAYO 2020, 7:00 a.m.

En un lugar del planeta hay un hombre solitario y con problemas para subsistir. Busca la consideración de su gobierno a un trabajo desempeñado con gran vocación y mucha disciplina. Un trabajo sin manutención estatal coyuntural, pues nunca fue declarado por quienes le contrataron. Conoce bien los males del país que le llevaron a su tragedia y se lamenta de la penuria del tiempo que le ha tocado vivir.
En un lugar del planeta hay una mujer aislada y con problemas para conciliar el sueño. Busca una salida desesperada a un drama existencial que indefectiblemente la enferma y provoca el crescendo de su ruina emocional. No obstante, con grave esfuerzo consigue levantarse cada mañana, pues confía en la promesa de que obtendrá mejor fortuna en un siguiente día que siempre, durante el crepúsculo, concluye en la espera del después.
En un lugar cualquiera del planeta hay dos personas que se piensan frente a un entorno hostil. Es la norma del confinamiento la que los mantiene separados. Ellos respetan, y no sin cuestionamiento, el distanciamiento social. Así, sin reparar en nada más que en la fatalidad del futuro que compartirán.
Estoy hablando del País del Mal Vivir, donde el ciego sigue siendo el rey de los tuertos; donde los listos someten a los inteligentes con la clase de artimañas que los segundos, por virtuosos, se niegan a emplear; donde la mayoría sueña con amanecer en un mundo mejor y despierta con el consuelo de «poder recuperar la normalidad», siendo la ignorancia de una privilegiada minoría la que verdaderamente suma en la resta de esa dinámica. Un Malpaís condenado desde décadas por las falacias de la gran mentira que él mismo se ha creado,  ahora descreído y criticado por no pocos extrañados, y donde la gente se empeña en resucitar viejas y muertas ideologías.
A ti, sí! A ti que me sigues: ¿Qué importa de qué país hablo? ¿A quién incumbe de quiénes se trata?… Qué pica en la Historia el sentido de desolación que aporto a esta data, si en una fecha como hoy, el quincuagésimo sexto día de reclusión global, ésto está sucediendo en un devastado lugar cualquiera del malherido y desventurado, por ninguneado, planeta Tierra.